«España ha reconocido la independencia de KOSOVO. Quiero decir que reconoce su realidad y tiene una posición muy clara de apoyo total al Plan Ahtisaari, que es el documento bajo el que hemos proclamado la soberanía. Por eso mantiene aquí sus tropas que hacen un trabajo extraordinario».HASHIM THACI (Primer Ministro de KOSOVO, 23 de marzo de 2008). En efecto, desde el pasado 18 de marzo nuestras tropas integradas en el contingente de la KFOR desplegado por la OTAN en Kosovo – ¿alguien se acuerda de aquel referéndum del PSOE sobre «OTAN, de entrada… a tope»? – patrullan con sus tanques las calles del polvorín balcánico en Mitrovica para garantizar la independencia de la provincia serbia de Kosovo, declarada de manera unilateral el 17 de febrero de 2008 y respaldada por EE.UU. y otras potencias de la UE, aunque rechazada por España. Fue el propio Ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, quien afirmaría al respecto que «la independencia de KOSOVO era tan ilegal como la guerra de IRAK». Entonces, ¿qué coño hacen nuestros soldados a tiros por las calles para imponer una secesión ilegal? Pero, claro, aparece el chapucero mayor de la Moncloa con su menistofélica sonrisa y, tratando de sacar apresuradamente otro de los conejos de su vieja y raída chistera, éste se le escapa en la mitad del truco y, basándose en un informe de urgencia elaborado por el OPEX (organismo perteneciente al PSOE donde, entre otros personajes, colabora el aristócrata ex-comunista Nicolás Sartorius de las Asturias) trata de embaucarnos diciendo que la independencia de Kosovo «no se ajusta a derecho», porque vulnera la soberanía territorial del Estado afectado – en este caso Serbia -, y contraviene la Carta de las Naciones Unidas, el Acta de Helsinki y la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU, pero que, siguiendo «un enfoque más laxo del Derecho Internacional» y en base a otras intervenciones de la ONU o la OTAN en Africa y en los Balcanes en la década de los 90, la legitimidad del acto es discutible. Todo un ejercicio de cinismo político para seguir manteniendo a nuestros soldados defendiendo a tiros la independencia de un país cuya soberanía no reconoce. Efectivamente, la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU aboga por «mantener la estabilidad y garantizar la seguridad de la población», pero también, retrocediendo cinco años, esto es seis meses antes de que Zapatero fuera aupado a la Moncloa por las bombas de la estación de Atocha y la Guerra de Irak ese mismo Consejo de Seguridad, del que España formaba parte, daba el visto bueno, en su resolución 1511, a la presencia en Irak de la expedición multinacional que se había involucrado en el conflicto. Dicha Resolución autorizaba en su párrafo 13º, «a la fuerza multinacional, bajo un mando unificado, a tomar todas las medidas necesarias para contribuir al mantenimiento de la paz y seguridad en Irak». Salvo los titiriteros del SGAE en busca del canon digital, ¿ Quien decía que la presencia española en irak era «ilegal» y contraria a la voluntad general de la ONU ? ¿ Por qué en aquella ocasión se hicieron regresar de manera tan indigna como cobarde a nuestras tropas y ahora se mantienen allí, en Kosovo, jugándose la vida a «tiru limpiu»contra la población? Pero volvamos al inicio de la cuestión para saber realmente de qué estamos hablando. Kosovo viene siendo administrada por la ONU y protegida por la OTAN desde la guerra de 1999, cuando el español JAVIER SOLANA MADARIAGA, en su calidad de Secretario General de la OTAN, cogía el cornetín atlántico para entonar la melodía bélica en base a la partitura que le había compuesto el Presidente norteamericano CLINTON para «salvar Yugoslavia», incendiándola incomprensiblemente, como aquel general que después de quemar una aldea decía: «Nos hemos visto obligados a destruirla para salvarla». Aquel pacifista del PSOE y UGT con el que tuve el honor de compartir la cabecera en una marcha hacia Torrejón al grito de «¡Bases fuera, OTAN No!» era el responsable personal de tomar la decisión más terrible que puede tomar un dirigente: declarar una guerra y ponerse a su frente, como cualquier emperador de otro tiempo. Una guerra totalmente injusta, desmedida y sucia. Durante las diez semanas que duró el conflicto – entre el 24 de marzo hasta el 10 de junio de 1999 – los aviones de la OTAN, entre ellos los españoles, realizaron 38.000 misiones de combate. Al final, por la citada Resolución 1244 del Consejo de Seguridad, aceptada por Belgrado, la gestión civil de la provincia yugoslava, convertida de facto en un «territorio internacionalizado», se cedía a una misión de la ONU (UNMIK) y la gestión de la seguridad a una fuerza de la OTAN (KFOR), con cerca de 16.000 soldados de 34 países – 585 del ejército español – cuya misión era evitar la reanudación de las hostilidades, mantener el alto el fuego, asegurar la retirada de las fuerzas yugoslavas, desmilitarizar al Ejército de Liberación de Kosovo, para establecer un entorno seguro que garantizase el orden público. Se puede decir que actualmente el contingente internacional está haciendo lo mismo, pero con la gran diferencia de que, ahora se hace en el alarmante seno de una declaración unilateral de independencia que amenaza con otra guerra civil, la cual apoyan algunas naciones – EE.UU., Francia o Alemania – y otras no, caso concreto de España. Es decir, tras la declaración de la independencia unilateral, el estatus de Kosovo ha cambiado y, por lo tanto, es necesario redifinir el sentido de la misión internacional. Ni siquiera la policia Kosovar entiende por qué España está colaborando en la imposición de una política de hechos consumados, cuando no les reconocemos como Nación. «No es normal que sean los españoles quienes se encarguen de mantener el orden en Mitrovica. ¿Por qué patrullan aquí si no nos reconocen?» Por otra parte, era archisabido que los nacionalistas españoles iban a utilizar el ejemplo de Kosovo para sus (des)propósitos políticos. Un ejemplo es el acuerdo adoptado el pasado 17 de marzo por el pleno del Ayuntamiento de San Cugat del Vallés (Barcelona) de «reconocimiento» de Kosovo y de proclamación del derecho a la autodeterminación como uno de los derechos fundamentales. Este disparate en forma de acuerdo fue aprobado por los concejales de CIU y ERC, con la abstención de los del PSC e IU, y con el voto en contra del PP. El anunciado referéndum para el mes de octubre en las provincias Vascongadas está a la vuelta de la esquina. No creo yo que mociones como las comentadas expresen ningún servicio objetivo al interés general, ni mucho menos que formen parte del ámbito de los intereses locales o regionales. El Estado deberá reaccionar, huyendo de las estridencias, ya que las reinventadas nacionalidades históricas de Cataluña, Vascongadas y Galicia saben perfectamente recrearse en el juego del espectáculo para escenificar su condición de sujeto político perseguido, pero el Derecho y, en particular, la Constitución deben ser cumplidos por todos. En defintiva, volviendo a Kosovo, es totalmente absurdo que el Gobierno español siga poniendo en riesgo la vida de nuestros soldados para hacer valer las tesis separatistas de Pristina y, por lo tanto, nuestros soldados deben regresar de inmediato a sus cuarteles en España, antes de que sus cadáveres sean esperados en la base militar de Torrejón para colocarles una medalla en el ataud. ANTON SAAVEDRA |
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