
«Apelo a la responsabilidad de los líderes nacionales para no dejar en manos de la ultraderecha la estabilidad de gobiernos autonómicos y municipales. Es hora de que se levante el cordón sanitario al PSOE, que ha ganado rotundamente» (26 de mayo de 2019)
Una primera cuestión ha quedado muy clara: el PSOE ha resultado victorioso en las elecciones celebradas el 26 de mayo de 2019, ganando ampliamente las elecciones europeas, las municipales y las autonómicas, y logrando mayorías absolutas en Castilla-La Mancha y en Extremadura, con una participación razonable del 66 por ciento consecuencia de la fatiga electoral.
Con estos resultados obtenidos, el PSOE se coloca en una posición de claro liderazgo en la política española, frente a una derecha dividida y también frente a su izquierda, UNIDAS PODEMOS, que ha sufrido una severa derrota, debido también a sus divisiones y guerras internas, agravada por la falta de una estructura territorial sólida y fuerte que la aleja de las bases y la hace perder contacto con el tejido social.
Una de las frases de campaña repetidas machaconamente por Pedro Sánchez en sus mítines fue la referida a que “el 26-M tenemos que rematar la faena del 28-A». Es decir, el presidente en funciones del gobierno de España, Pedro Sánchez, encaraba los comicios del 26-M como una suerte de reválida al vuelco electoral que había logrado en las recientes elecciones celebradas el 28-A, de tal manera que la participación se antojaba de nuevo clave, porque tanto la extenuación del votante como un miedo a la ultraderecha de Vox, ciertamente diluido tras sus 24 escaños, jugaban en su contra. En efecto, el PSOE ha ganado las elecciones municipales y europeas, pero apenas registra un avance significativo a nivel territorial, donde no tienen asegurado revalidar todos sus feudos y no logran materializar la gesta de la Comunidad de Madrid.
Es más, la noche del PSOE se cuenta por los hitos pendientes: entre ellos, Aragón y Castilla y León, uno de los feudos que atesoraba y otro de los que esperaba arrebatar al PP. Para ambos, los socialistas necesitarán recurrir a Ciudadanos. Esa era la razón por la que el presidente del Gobierno, moderadamente eufórico desde el balcón de Ferraz, apelaba al sentido de la responsabilidad de Ciudadanos. Necesita rescatar al “naranjito” de la foto de Colón. Disuadirlo de los cordones sanitarios. Reclutarlo para los gobiernos autonómicos que Ciudadanos puede otorgar a la gloria y a la resurrección de Pablo Casado. La lista de objetivos sensibles comprende las comunidades de Murcia, Castilla y León, Aragón y La Rioja, pero, mención aparte merece la Comunidad de Madrid que, tal y como ha quedado dicho, vuelve a escapársele por muy poco a Ángel Gabilondo. De esta manera, el PP de Pablo Casado salva los muebles, a pesar de que cae respecto a las anteriores europeas, autonómicas y municipales, pero mantiene la joya de la corona, la Comunidad de Madrid, y recupera la guinda: el ayuntamiento de la capital. La victoria del PSOE es tan elocuente como la derrota de los populares, pero Sánchez tiene tantas razones para el desconcierto como Casado las tiene para la satisfacción. Es la paradoja invertida a los comicios municipales y autonómicos de 2015: ganaba claramente el PP, exactamente como ahora le ha sucedido al PSOE, pero el pacto del PSOE y PODEMOS invirtió el signo de los gobiernos. Perdía el ganador. Ganaban los perdedores.

La derecha y la extrema derecha logran in extremis salvar la Comunidad de Madrid. Tras un recuento de infarto que se ha dado la vuelta a la mitad y ha arrojado hasta un empate entre bloques, la balanza se ha inclinado finalmente hacia la derecha. (26 de Mayo de 2019)
Por eso, Casado celebraba la victoria en los balcones de Génova. Recuperaba el PP la alcaldía. Conservaba la Comunidad. Y se protegía a sí mismo de la cuestión sucesoria rodeándose de banderas españolas. Casado ha resistido gracias a un buen mal resultado. Lo hará como en Andalucía: con una “alianza de perdedores” –como llamaba a los pactos parlamentarios hace no tanto–, con menos escaños y votos de los que ha tenido nunca y con la ultraderecha de Vox como socio imprescindible de Gobierno. Pero el PP se mantiene como primera fuerza de la derecha, sube en porcentaje en las europeas respecto a las generales de hace un mes y le gana por un amplio margen a su principal rival, Ciudadanos, frustrado en su estrategia de superar al PP y convertirse en el nuevo líder de la derecha. No lo ha conseguido ni en las europeas ni en una sola de las autonomías, ni tampoco en ninguna ciudad relevante. Ni siquiera logran el sorpaso en la Asamblea de Madrid, donde confiaban en ser primera fuerza de la derecha como lo habían sido en las elecciones generales del 28 de abril. Podrá ser socio de Gobierno en todas las administraciones del PP, pero en un papel subalterno que, además, tendrá que compartir con la extrema derecha de Vox.
Por otra parte, refiriéndome a Vox, esta organización de la extrema derecha logra un resultado aún peor que el de las generales, pero serán socios de gobierno del PP en las autonomías de Madrid y Murcia y en todas las ciudades importantes, para desgracia de sus ciudadanos. Respecto a las generales, en las europeas Vox se deja en porcentaje más de un tercio de sus votos y la mayoría de ellos vuelven al PP, aunque todavía logra entrar en el parlamento europeo con tres escaños.
En Catalunya, la lista de Carles Puigdemont le gana a la de Oriol Junqueras, tras la victoria de ERC sobre JxCAT en las generales de hace un mes. ERC, sin embargo, se lleva una de las batallas más disputadas: la alcaldía de Barcelona, que pierde Ada Colau por un escasísimo número de votos.

Respecto al momento en el que hará efectiva su renuncia, pues no se quedará al frente de la oposición, ha dicho que habrá que ver el momento adecuado pero que seguirá “en funciones hasta que se constituya el nuevo Ayuntamiento y se elija al nuevo alcalde”. (26 de mayo de 2019)
Como ha quedado dicho, UNIDAS PODEMOS sufre una derrota sin paliativos, hasta el punto de debilitar su posición a la hora de negociar el gobierno del Reino de España, con un retroceso generalizado de todas sus candidaturas autonómicas, al margen de la fractura de Madrid, donde la “operación Errejón”, cochinada en las cloacas del establishment, no fue suficiente para que el PSOE recuperara el gobierno de la comunidad madrileña, agravada con la pérdida del ayuntamiento presidido por Manuela Carmena.
A modo de conclusión, a falta de más elementos para hacer un análisis mucho más completo y exhaustivo, y más allá de las ganancias y pérdidas de unos y otros, el 26M confirma una tendencia general que ya marcó los resultados de abril: el crecimiento de los partidos que han apostado por la moderación, castigando a aquellas fuerzas que han jugado a llevarlo todo a los extremos más desaforados del lío y el conflicto, resultando ser los grandes derrotados de la jornada electoral los apóstoles de la tensión: Ciudadanos y Vox. Los naranjas porque ven como el PP aleja con claridad cualquier opción de que se les dispute su posición de liderazgo en la oposición en esta legislatura. La extrema derecha de Vox porque retrocede incluso por debajo de sus expectativas más conservadoras. La reconquista va a tener que esperar y mucho. La arrancada del caballo que montaba ufano Santiago Abascal se ha quedado en una parada de pollino.

PEPU, el fracaso del nepotismo de Pedro Sánchez. Casi todas las miradas señalan a la fragmentación de Podemos como responsable del fracaso electoral de las fuerzas de izquierda en Madrid. pero en lo que se refiere al Ayuntamiento la responsabilidad del PSOE es evidente con su apuesta por Pepu Hernández como candidato a la Alcaldía.
El entrenador de baloncesto y amigo personal de Pedro Sánchez ha sacado en Madrid 223.582 votos, siendo la cuarta fuerza política con un porcentaje del 13,72%, más bajo que el que obtuvo Antonio Miguel Carmona hace años.