TRABAJADORES ESPAÑOLES AL SERVICIO DE HITLER.- XLIII

El 24 de noviembre de 1.941 salía desde la Estación del Norte de Madrid la primera expedición de «esclavos» para el III REICH: «Madrid les despide con toda cordialidad rindiendo homenaje a esos trabajadores cuya marcha contribuye de una manera positiva a aliviar el problema del paro (…) Van a mostrar su capacidad y la formación técnica que han logrado dentro de sus oficios (…) Todas las grandes ventajas que las leyes alemanas brindan a sus trabajadores van a ser percibidas por los productores alistados para servir a la gran industria alemana (…) decía un cínico y tramposo ministro de trabajo, GIRON DE VELASCO, en aquella despedida acompañada con los himnos y ladridos del ritual fascista.

» …Aquellos trabajadores españoles, señor representante de la R.F.Alemana, habían llegado a la Alemania nazi y trabajaron duramente, construyendo los edificios destruidos por los bombardeos, autopistas y túneles; labraron sus tierras; trabajaron sus fábricas, y extrajeron el carbón de sus minas. Aquellos españoles, señoras y señores,  llegaron saludables porque tenían que someterse a rigurosos exámenes médicos antes de cruzar la frontera. Se les había llamado como fuerza de trabajo, no como seres humanos. Sin embargo su salud quedó deteriorada en una proporción seis veces superior a la de los alemanes, dándose la paradoja que los trabajadores españoles estaban más sanos, en promedio, que la de sus compatriotas alemanes, ya que solamente una fuerza de trabajo saludable podía encontrar trabajo para aquellas duras tareas…»

( De la intervención de ANTON SAAVEDRA en la Conferencia de la Organización Internacional del Trabajo en Ginebra, el año 1983 )

Miles y miles de muertos en el combate y en las retaguardias, trescientos mil exiliados «tirados» por el mundo, cerca de trescientos mil presos en las cárceles y campos de concentración franquistas, miles y miles de heridos y mutilados por los efectos de aquella guerra fraticida, habían producido un auténtico colapso en el mundo laboral de un país que necesitaba reconstruir sus infraestructuras y poner en funcionamiento las empresas destrozadas o paralizadas por la guerra; pero, claro, aquella Cruzada surgida del alzamiento militar del 18 de julio de 1936 contra el gobierno de la II República española, legítima y democráticamente constituida, que de manera tan decisiva había apoyado el gobierno fascista de HITLER, entre otros – SEIS MIL soldados nazis, más de cien aviones y la Legión Cóndor – había que pagarla. Por otra parte,  la política autárquica que se venía desarrollando forzosamente como consecuencia del bloqueo y del aislamiento internacional, agravada por la escasez de todo – menos de fascistas – y la hambruna generalizada que sufría nuestro pueblo, con un rítmo de crecimiento económico prácticamente inexistente debido a que la producción del país era eminentemente agrícola y la industrialización se producía de manera lentísima por la escasez de capital financiero y por las insuficientes infraestructuras de carreteras, ferrocarriles y comunicaciones, entre otros graves problemas, obligó a pagar aquella deuda de 480 millones de marcos, según las estimaciones alemanas, con el aumento de las exportaciones de materias primas y el envio de «carne humana», es decir, en el envio de «esclavos» a trabajar al servicio del III REICH, allá en la Alemania nazi.

Aquellas «despedidas» de los trabajadores españoles también estaba bendecida por la misma iglesia que había apoyado a FRANCO en la CRUZADA asesina, tal y como queda recogido en esta foto del padre e hijo, con el cura de turno a su derecha, seguro que para ofrecerles el consuelo a estos «esclavos» que partían al encuentro de una vida menor…

Así pues el envio de trabajadores fue la fórmula negociada para reducir aquella deuda, imposible de pagar por parte española, aunque al final había quedado reducida a 372 millones de marcos, de tal manera que las negociaciones, aprobadas en el Consejo de Ministros, se llevarían a cabo entre la Delegación Nacional de Sindicatos de FET y de las JONS, liderada por Gerardo Salvador Merino, y el Frente Alemán de Trabajo ( ARBEITSFRONT), culminando las mismas con la firma del «ACUERDO HISPANO-ALEMAN PARA EL EMPLEO DE TRABAJADORES ESPAÑOLES EN ALEMANIA«, firmado en Madrid el 22 de agosto de 1.941.

Entre alguna de las «lindezas» del acuerdo, donde el «Sindicato Vertical» asumia las tareas de reclutamiento y la primera selección de los trabajadores – la selección definitiva era realizada por una comisión franco-nazi, previo reconocimiento médico -, hasta la formalización del contrato individual por un periodo de dos años, siendo una de las cuestiones más importantes la referida a las cantidades ingresadas en marcos alemanes por los trabajadores españoles para su transferencia a España, las cuales tenían que ser ingresadas en una cuenta especial en concepto de «reducción de deuda», cuyo contravalor era abonado en pesetas a los trabajadores, creándose, para la realización de estos y otros fines, una Comisión Interministerial Permanente (CITEPA), vinculada directamente al ministerio de Asuntos Exteriores de España, como deseo personal de su ministro, el nazi Ramón Serrano Sùñer, y presidida por el diplomático falangista, Pelayo GARCIA-OLAY Alvarez, cuyas oficinas estaban situadas en el número 81 de la madrileña calle de Alcalá. La propaganda fascista, a la hora del reclutamiento hablaba muy claramente de que por el hecho de ser contratados quedaban integrados automáticamente  en el Frente Alemán del Trabajo, lo que significaba gozar de todo tipo de actividades culturales, deportivas y de ocio, una vez finalizada su jornada laboral, y que tendrían exactamente los mismos derechos que tenían los trabajadores alemanes, pero lo cierto era que, en absoluto se había formalizado nada de nada al respecto en el Convenio establecido, ocultándoseles también que sus salarios iban a ser reducidos en función de los descuentos correspondientes a las cuotas de «Contribución y Beneficios» en «calidad» de miembros del Frente Alemán del Trabajo sobre una jornada de ocho horas diarias, de lunes a sábado, a razón de «entre 2,60 y 3,90 pesetas la hora».

Contrato de un trabajor «esclavo» de España al servicio del III REICH para la empresa SPANDAUER STAHLINDUSTRIE en Berlin, donde se detalla el nombre de la persona a la que iba transferida una parte del salario recibido en la Alemania nazi.

Pero, aunque aquellos españoles «esclavos» al servicio del Hitler recibían un trato «privilegiado» en relación a otros esclavos importados de otros países, caso concreto de los búlgaros, las condiciones prometidas distaban muchísimo de la realidad que les tocó vivir en aquellas condiciones mucho más penosas que en la España de la postguerra, con la diferencia de que allí las padecían sin el acompañamiento de sus familias, aquella «familia» de la que tanto hablaba la Falange española como uno de los valores fundamentales de la patria: » la situación es bastante penosa, pero los problemas tienen solución. Todo tiene arreglo y el tratado hispano-alemán para el envio de obreros puede ser todavía un gran éxito para todos…, reconocía el mismísimo jefe de los servicios sindicales de CIPETA en Alemania, Rafael de la Fuente, en la carta que le enviaba a su jefe en España. Uno de los principales problemas fue el que afectó a quienes sin tener experiencia en labores mineras de interior, fueron obligados a desempeñar el oficio de minero bajo tierra en la región de METZ ( Knuttingen, Arsweiler y Fressingen), lo que ocasionaba múltiples accidentes de todo tipo, incluso mortales: «se impone con urgencia extraordinaria la inmediata revisión de todos los contratos de Lorena, sacando de las minas a todos los obreros que estén contratados como carpinteros, cocineros, fogoneros y demás…», se puede leer en uno de los informes existente en los archivos utilizados.

Sin embargo, a pesar de todas las promesas realizadas como consecuencias de las protestas que venían realizándose por parte de los trabajadores, estas en absoluto servían para que fueran mejoradas aquellas penosas circunstancias que sufrían los trabajadores en todos los ordenes, sino todo lo contrario, ya que las mismas empeoraron a partir de que los nazis empezaron a percibir su derrota en la guerra que sostenían contra el mundo, potenciando su crueldad con un odio furibundo hacia aquellos trabajadores a los que trataban como «razas inferiores»: » Medio desnudos, con enfermedades contraídas en las fábricas y en las minas, los sanitarios se niegan a constatar para no darles la baja, su estado no puede ser más lastimoso y digno de compasión (…) Este trabajo es tan penoso y agotador que o sucumben o los que logran escapar parecen espectros (…) Apenas sin aliento y sin lecho, sometidos a las inclemencias del tiempo y a una labor durísima, a los pocos días sienten totalmente quebrantadas  sus fuerzas y resentida su salud (…) El más mínimo desfallecimiento es castigado con una tanda de palos, igual que si se tratara de prisioneros de guerra, de presidiarios o de individuos pertenecientes a razas inferiores (…)», recoge otro de los documentos que se conservan en los archivos, dirigido por el cónsul de España en Viena, Federico Oliván, donde deja muy clara constancia de su indignación ante el maltrato a que se veían sometidos los españoles en el informe remitido al embajador español en Berlin, el 1 de diciembre de 1.944.

Lógicamente, las protestas y muy especialmente las faltas al trabajo que protagonizaban los más «atrevidos», casi siempre en grupos, para denunciar las penosas condiciones de vida o los descuentos salariales totalmente injustificados a base de «multas por bajo rendimiento», eran denunciadas por las empresas como «faltas de disciplina al trabajo» y rápidamente aparecía la GESTAPO para tomar cartas en el asunto: TRABAJO O CAMPO DE CONCENTRACIÓN eran las dos únicas alternativas, siendo muchos los españoles los que se fueron a hacer compañía a los otros refugiados políticos en Francia que acabaron «hospedados» en los Campos de Concentración Nazis de MAUTHAUSEN, ORANIENBURG, DACHAU, BUCHENWALD Y AUSCHWITZ, todos ellos sometidos a trabajos forzados, torturas y muerte lenta, por agotamiento y hambre, o la agonía en cámaras de gas. En más de una ocasión, las detenciones fueron instigadas por inspectores sindicales españoles, algunos de los cuales acabaron trabajando para los propios servicios secretos de la Alemania nazi.

Llegados al mes de julio de 1.943, con el nuevo ministro franquista de Exteriore, Gómez JORDANA, en sustitución del «cuñadísimo» SERRANO Sùñer, este endureció las negociaciones frente a las cada vez más exigentes peticiones alemanas, decidiéndose paralizar el envio de más «esclavos» españoles, cuando quedaban en la Alemania nazi unos 10.500 trabajadores, los cuales habían costado a las arcas españolas la cantidad de VEINTE MILLONES de pesetas cada año. Aquellos «esclavos de Hitler» o «engañados por Franco» – es tan repugnante uno como el otro calificativo – habían sido contratados por más cien empresas – Junker Flugzueg und Motorenwerkew, Reichsbanndirektion, Hiespasulzbach, Deutsche Reichsbahan, I.G.Farben-industrie, Saargrube, Volkswagenwerk, A.E.G., Minas del Saar, Mauser Werke, Siemens, entre otras – y, aunque llevaban fijados en sus respectivos contratos unos salarios que oscilaban entre los 65 pfenings de los peones hasta los 1,10 marcos de los especialistas, jamás se llegaron a percibir en su totalidad, ya que los mismo sufrían todo tipo de descuentos, tanto por parte alemana como de la española, descontando hasta para ir a mexar. Sin embargo, aquello no era lo que más preocupaba, que les preocupaba y mucho, sino las larguísimas y agotadores jornadas laborales, hasta 14 horas diarias, y las pésimas condiciones de alimentación y alojamiento en aquellos siniestros barracones. Muchos de ellos llegaron a fallecer a causa de múltiples enfermedades como la tuberculosis y el tifus, de tal manera que en el mes de octubre de 1.944 tan sólo quedaban en Alemania unos 2.900 de aquellos «esclavos» que Francisco FRANCO había vendido a su amigo del alma Adolfo HITLER. Al final de esta pagina negrísima de nuestra MEMORIA HISTORICA, para Franco y los franquistas, incluyendo los de ahora, aquello fue un tema tabú, al igual que sucedía con otras cuestiones, como la represión, la corrupción, o la entrada de Franco en la Segunda Guerra Mundial con la División Azul, los cuales tuvieron más suerte a su regreso a España, obteniendo determinadas ventajas a la hora de ser «colocados» en las empresas y organismos del Estado. En el caso que nos ocupa, ni siquiera se dignó el gobierno a preparar su regreso a España, una vez que la Alemania nazi habia sido derrotada, teniendo que hacerlo el personal militar de los Estados Unidos y otros. Tal es el caso de 96 españoles – todos tienen nombre y apellidos – que en octubre de 1.945 seguían permaneciendo a la espera de la repatriación en el campo de Munchen-Gladbach, hasta que los aviones militares se hicieron cargo de ellos para trasladarlos a su pais, que no era otro que España.

ANTON SAAVEDRA

Acerca de ANTON SAAVEDRA RODRIGUEZ

Hola a todos, soy Antón Saavedra y vivo en la cuenca minera asturiana del Nalón. Nacido en Moreda de Aller, (Asturias) el 30 de mayo de 1948, desde la edad de cinco años vivo en la barriada minera de La Juécara (LANGREO). Allí, en la Academia Mercantil de La Felguera (Frailín) cursé mis estudios de bachillerato por libre, y a la edad de 20 años, después de haber sido despedido de Constructora Gijonesa, Duro Felguera y Montajes de Ciaño por motivos sindicales, empezé a trabajar en la minas de Hunosa (Pozo Fondón) con la categoría de ayudante barrenista hasta el año 1974 que pasé a desempeñar el cargo de Graduado Social en el Grupo Siero (Pumarabule y Mosquitera). Posteriormente me licencié en Relaciones Industriales por la Universidad de Alcalá de Henares, y actualmente curso estudios para la licenciatura de Ciencias Políticas. Afiliado a la UGT y al PSOE en los inicios de los años 70, fui secretario general de la Federación Estatal de Mineros de UGT (1976-1989), vicepresidente de la Internacional de Mineros (1978-1990), y miembro del Comité Ejecutivo Confederal de UGT (1976-1988).Desde 1986 hasta 1994 ocupé un lugar en la Mesa del Comité Consultivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) en representación de España. Durante este periodo participé como ponente en varios congresos y conferencias sindicales a nivel internacional, actuando en nombre de los trabajadores españoles ante la OIT, siendo autor del libro-informe publicado bajo el título “EL CARBON:UNA ALTERNATIVA A LA CRISIS ENERGETICA”, que fue asumido por unanimidad de los miembros de la CECA como ponencia base en el debate sobre la politica energética comunitaria en 1991. Entre los años 1991 y 1998 fui diputado del Partido de Acción Socialista (PSOE histórico) en el Parlamento Asturiano por las lista de IU, así como miembro de sus respectivos comités ejecutivos federales. Soy autor de “SECUESTRO DEL SOCIALISMO” y “EL HEREDERO DE SURESNES” de muy recientísima aparición.
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Una respuesta a TRABAJADORES ESPAÑOLES AL SERVICIO DE HITLER.- XLIII

  1. José Luís dijo:

    Pero el autor calla la brutal agresión que aquellos trabajadores españoles y sus familias sufrieron cuando eras traídos en tren a España, por una multitud de republicanos españoles, quienes habían levantado las vías. Traían una escolta de 28 gendarmes, qué se inhibieron ante el cariz que tomaban los acontecimientos. Esto no conviene decirlo.

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